Todo empezó un día cualquiera, en un lugar cualquiera en el que nadie podría imaginar encontrar amor ni ese día, ni en ese lugar. Pero, “todo pasa cuando menos te lo esperas” ¿no? Ahí estábamos nosotros, perdidos entre la gente, obviamente separados si no nos conocíamos. Y así fue que aparecí con mi mirada intimidadora que podría poner incomoda a más de una persona con solo mirarla dos minutos, y eso “creo” fue lo que provoque en él. Estábamos a pocos metros, lo miraba tanto que ya sin conocerlo, amaba su sonrisa. Lo miraba reír. Ese sweater verde que, por cierto, le quedaba muy bien, hacia que lo mirara aun más, a un punto demasiado exagerado. De las mil veces que lo mire, él me miro menos de la mitad pero cuando percataba que lo estaba mirando, miraba para otro lado como “incomodo” y yo por dentro pensaba “pobre chico ¿que necesidad de hacerle esto?” pero, era lo mejor que me estaba pasando en ese momento y sentía que tenia que disfrutarlo. Luego de un rato en el que ...